En marzo de este año 2018, apareció en carteleras de cines españoles una película dirigida por Daniel Calparsoro, un thriller que nos arroja en una trama dividida por sus dos protagonistas, un hombre experto en matemáticas (Raúl Arévalo) llamado Jon y un niño que sufre por las amenazas de una misteriosa carta que recibe un día cualquiera, con la ominosa noticia de que va a morir, interpretado por Hugo Arbués.
¿Cuál es el detalle detrás de estos dos personajes? Ellos no se conocen entre sí, pero además de esto, tampoco se desarrollan sus historias en el mismo hilo temporal y esto mis queridos lectores es de lo que hablaremos aquí.
Viajes temporales o recursividad aleatoria
Iniciemos por saber que esta historia no fue producida originalmente para el cine porque está concebida como parte del género literario. Escrita por el novelista Paul Pen, es llevada a la pantalla grande gracias a la dirección de Daniel Calparsoro y su equipo de trabajo, los que hicieron esta visión del director posible.
La película en cuestión es bastante fiel a la trama que nos cuenta la novela escrita, con la salvedad de algunos detalles que la separan de esta lo que puede generar entre los fanáticos que si conocen sus orígenes algún tipo de descontento.
Sin embargo el filme ha conseguido críticas decentes, nada perjudicial o negativo pero sin embargo nada que logre hacerla destacar como una producción ejemplar. Esto no quita el mérito que obtienen tanto el director como todos los demás miembros del equipo porque ciertamente producir una película y más aún en España, no es tarea fácil.
El relato narra los eventos ocurridos en la vida de un experto en números y matemática, que después de un evento desafortunado en una gasolinera local, su mejor amigo se ve envuelto en un tiroteo en este establecimiento y resulta muy mal herido. Originalmente el que debía de entrar era nuestro protagonista y por esto se siente responsable de lo ocurrido y comienza a obsesionarse con algunas pistas que descubre.
Resulta y acontece que en la ubicación donde en este tiempo existe una gasolinera, antes existían otros locales y ahí mismo, ocurrieron en el pasado diferentes encuentros violentos similares al que vivió Jon (Raúl Arévalo).
Descubriendo que en todos estos acontecimientos el número de personas presentes, las edades y la secuencia en que ocurren los hechos, son similares y esto los hace parecer interconectarse entre sí de algún modo y es nuestro protagonista quien se aboca a desenmarañar los misterios que aquí se esconden.
Por otra parte pero siendo relatada al mismo tiempo que la historia de Jon, Nico (Hugo Arbués) es un niño normal de 10 años que vive con su madre en la ciudad y va a la escuela donde se enfrenta a los problemas comunes de un pequeño que es acosado por bravucones.
Un buen día recibe una nota que no sabe de donde pudo haber salido y en ella encuentra una advertencia. Este aviso está dirigido directamente hacia él y lo que está escrito en este pedazo de papel resulta ser muy preocupante para cualquier niño de 10 años, o bueno, para cualquier persona en realidad.
No todos los días nos encontramos un pedazo de papel que nos amenaza de muerte sin darnos más explicaciones ni motivos. Esto por supuesto altera a nuestro segundo protagonista y nos comienza a enrollar en una sencilla pero problemática trama que puede llegar a ser un poco compleja para aquellos que no manejen el tema de las líneas temporales.
La historia de Jon se desarrolla en el año 2008, cuando empieza su investigación que involucra la relación matemática que puede existir entre la cantidad de personas que se encuentran siempre en la escena del crimen, la edad de los mismos y el hecho de que siempre está presente un niño de 10 años.
Jon no conoce a Nico puesto que este vive en el 2018, exactamente 10 años después de cuando ocurren estos eventos, este hecho es de suma importancia para la trama de la película puesto que la investigación que conduce Jon en el 2008 está orientada a salvarle la vida a un persona que puede ser la próxima víctima de esta recurrencia que ha encontrado en este lugar.
La correlación entre estas dos personas no está orientada a la ciencia ficción, donde el protagonista llega a viajar por el tiempo para entregar un mensaje personal de advertencia a nuestro joven en peligro.
Más bien la trama se inclina por interacciones más reales basadas en que el tiempo es una fuerza física que nos afecta a todos por igual y nos ancla a un instante determinado temporal, pero que somos capaces de alterar si ejercemos acciones que lo cambien de dirección.
Llegado cierto punto nuestro protagonista alcanza niveles de ansiedad y paranoia tales que rayan en la esquizofrenia lo que conlleva a que lo crean un loco y este a su vez intenta evitar con todas sus fuerzas que esa persona que va a morir en un futuro ya establecido no perezca.
Desde un principio en la película, el director nos entrega una historia dividida, cambiándonos del presente al futuro y viceversa, o si lo quieres ver de esta manera, del presente al pasado. Pero siempre haciendo la dualidad de las historias algo casi intangible, tanto así que en ocasiones no se siente la diferencia temporal que existe entre los personajes.
Es un detalle muy bien logrado la verdad, porque consiguen resaltar esa característica de relatividad que tiene el tiempo, más que como una línea constante que se mueve en una dirección y que no puede ser alterada.
Ciertamente el final de la película peca por ser algo precipitado, dejando demasiadas preguntas sin respuesta, muchas ideas sin explorar y cabos sueltos que solo logran un acabado un poco decepcionante.
No por esto se debe dejar de lado que esta obra de arte es un representante más del genero de películas que tocan temas tan complejos como el tiempo y el hecho de que los eventos o acciones que se toman en un momento dado pueden alterar de forma drástica algunos acontecimientos futuros inmediatos o a largo plazo.