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Libro con Viajes en el Tiempo: El fin de la eternidad

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Mucho ha llovido ya desde que descubriese a un peso pesado de la ciencia ficción, Isaac Asimov. En esta ocasión os recomiendo un clásico sobre los viajes en el tiempo con el cuál podréis embarcaros en una trepidante historia a través del tiempo. Y es que la novela esta llena de conceptos para reflexionar sobre el futuro de la humanidad cómo especie, envuelta en un ambiente tecnológico con trasfondo filosófico.

Una novela perfecta para darle alas a nuestra imaginación para que viaje en el tiempo hasta el fin de los tiempos.

Os dejo un fantástico resumen de la trama, un tanto spoileada eso sí.

La Eternidad es un lugar y una organización que existe más allá del tiempo. Está compuesta solo por varones que son reclutados de diferentes momentos de la historia de la humanidad desde el siglo XXVII. Los Eternos tienen la capacidad de, por medios tecnológicos, entrar y salir en casi cualquier punto de la corriente temporal y viajar por ella, alterándola. Aunque se exceptúa un período: los Siglos Ocultos, que comprenden desde el siglo 70.000 hasta el 150.000. En conjunto forman un cuerpo de guardianes que llevan a cabo, calculando y planificando cuidadosamente, las acciones estratégicas mínimas en el mundo temporal, llamadas Cambios de Realidad, con el fin de minimizar el sufrimiento colectivo en la historia de la Humanidad. Los Ejecutores son los encargados de alterar sutilmente el curso del tiempo protegiendo a la humanidad, a fin de minimizar el sufrimiento humano en la historia. Como consecuencia, la humanidad vuelca toda su capacidad de desarrollo tecnológico hacia el viaje en el tiempo y abandona la búsqueda de las estrellas. De hecho, uno de los efectos secundarios de los viajes de los Eternos es, que al reducir el sufrimiento humano, sabotean cualquier intento de desarrollo de las tecnologías que permitirían el viaje interestelar.

Un elemento clave de la novela es la naturaleza relativamente estática de las sociedades humanas en los distintos siglos futuros, y los repetidos fracasos de la navegación espacial. Podremos ver que Twissell (el Jefe de la Eternidad) es del «siglo 30.000» -3 millones de años en el futuro- pero su anatomía no es muy diferente que la del hombre actual.

El protagonista de la novela, Andrew Harlan, es un Ejecutor especialmente ligado a Twissell, que empieza a desconfiar de sus propias acciones en la Eternidad, siendo capaz de enamorarse y comenzar a realizar acciones impulsivas contra su propio mundo. Se enamora de una mujer, Noys Lambent, que ha entrado a la Eternidad como secretaria, y sospecha de que su superior, el Programador Hobbe Finge, trató de involucrarse con ella, pero ésta se negó. Finalmente le asignan una misión que implica pasar una semana en la casa de Noys. Mientras hace esto, termina por sucumbir a sus impulsos y acaba enamorándose de ella. Se da cuenta de que podrían eliminarla de su siglo al efectuar un cambio en la Realidad, y no le permitirían una relación con ella. Por eso la esconde, infringiendo las leyes, en el lapso de la Eternidad donde los humanos no existen: los Siglos Ocultos.

Luego de un tiempo, al tratar de llevarle provisiones, se da cuenta de que hay una barrera temporal que él no puede atravesar. El momento crucial de la historia llega cuando Harlan comprende que él es parte de un plan paradójico para garantizar la creación de la Eternidad mediante el envío de un joven Eterno a una época pasada, con el conocimiento matemático para hacer posible el viaje en el tiempo. Harlan sabotea la misión, enviando al Eterno al siglo 20.

Al buscar un mensaje del Eterno perdido en alguna de las revistas del siglo XX, encuentran un anuncio con la forma de una nube de hongo y un mensaje cuyas iniciales forman la palabra «ATOM». Harlan, medianamente arrepentido, ayuda a su superior con la condición de que Noys siga con él. Los dos juntos viajan al siglo XX y allí Harlan descubre la verdad: Noys es una humana de los Siglos Ocultos, que le convence de que los Eternos no son conscientes de que su propia existencia es el mayor peligro para la humanidad a la que intentan proteger, limitando su futuro desarrollo en el viaje interestelar. De esa forma, abandonan la misión, y la Eternidad es destruida al nunca ser creada: el Fin de la Eternidad.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row row_type=»row» use_row_as_full_screen_section=»no» type=»full_width» angled_section=»no» text_align=»left» background_image_as_pattern=»without_pattern» css_animation=»»][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]En esta novela Asimov resuelve de forma brillante la paradoja temporal ¿Qué pasaría si retrocedo al pasado y, de alguna manera, provoco la muerte de mis abuelos? ¿Cómo puedo entonces estar yo vivo?.

La novela, por otra parte, expone una de las tesis favoritas de Asimov: sólo el ejercicio de la libertad por parte de las sociedades y la especie humana -con su cortejo de éxitos y fracasos- asegurará su desarrollo futuro; la restricción en el ejercicio de la libertad se traducirá a mediano o largo plazo en decadencia. Tal tesis obligó al propio Asimov a reenfocar el tema de la psicohistoria y a incorporar el de la libertad de elección, como queda patente en Los límites de la Fundación y Fundación y Tierra, los 2 últimos libros del Ciclo de Trántor.

Asimov incluye algunas pistas en Los límites de la Fundación de que los Eternos pueden haber sido los responsables de la Galaxia habitada únicamente por humanos de la Saga de la Fundación. Sin embargo esta interpretación no encaja claramente.

Fuente Wikipedia.

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